Pregón
de la Semana Santa de Totana 1999
Por Ginés Rosa López .Iglesia de Santiago el Mayor, de Totana
21 de marzo de 1999
Con nuestros mayores respetos, reverendos señores curas párrocos de Santiago y de
las Tres Ave Marías. Señor Presidente del Ilustre Cabildo Superior de
Procesiones. Señor Alcalde y autoridades que nos acompañan. Una salutación muy
especial a los presidentes y representantes de las Hermandades y Cofradías, que
hacemos extensible a cuantos hermanos y cofrades nos honran con su presencia. Un abrazo a
uno de los totaneros más felices en estos días, ya que ha recibido una de las mayores
alegrías de su vida: ser nombrado Nazareno de honor. Enhorabuena, Juan Igualmente,
felicitar al Cabildo por la revista y el cartel que cierran la Semana Santa de este
milenio, y dejar aquí nuestro recuerdo al autor de la restauración del paño de las
"tres caras", obra de un recordado totanero, Pedro López Guerao, tan
espiritualmente ligado a su Semana Santa como físicamente imposibilitado para participar
en ella. Estoy seguro que el bueno de Pedro, un nazareno honorable, estará viendo su
Verónica desde un lugar privilegiado. Permítanme recordar y saludar fraternalmente a
todos aquellos que dirigieron su pregón de Semana Santa al pueblo de Totana, invitándole
a meditar sobre esta celebración. Finalmente, un saludo general a mis queridos paisanos,
cuya benevolencia solicito, curiosidad supongo y aprecio proclamo.
Por obra y gracia de la potestad que el Presidente del Cabildo ostenta en materia de
pregones, a quien agradezco y reconozco no sólo el detalle al designarme para este
delicado menester, sino, igualmente, la confianza que depositaba en la posible bondad de
mi discurso, me veo hoy aquí entre mis paisanos y en este intimador escenario por el que
anduve en latines en mi época de aprendiz de monaguillo, hoy con el honor de lanzar un
pregón sobre una de las cosas más queridas para mis paisanos: la Semana Santa.
Semejante prueba de confianza por parte del Presidente del Cabildo es muy de agradecer,
sobre todo cuando los méritos del pregonero en esta materia podrían limitarse, si acaso
ya mi juicio, a un par de cosas. En primer lugar, a haber llevado durante sus años
jóvenes el estandarte de "la Dolorosa", una de las joyas de nuestras
procesiones. Eran los tiempos duros, cuando nadie se rifaba tan magnífico estandarte,
quizá por entenderse que más parecía inútil penitencia que decorosa contribución
personal al rigor de aquellas procesiones; no como ahora, que anda sobrado de porteadores
y todo va por riguroso orden.
La segunda cosa a señalar en mi currículum nazareno podría ser el hecho de que en
aquellos tiempos en que nuestras procesiones hacían parada y fonda en la Glorieta y en el
Ramblar, donde se dejaban los tronos en situación de descanso sobre un par de bancos,
para dar tiempo a cenar a los nazarenos participantes y, una hora después, proseguir con
la procesión como si tal cosa, este pregonero no abandonaba su estandarte,
arreglándoselas con una Madalena y un par de empanadas, un recado propio de Semana Santa,
que mi madre me preparaba envuelto en papel de plata.
Han pasado no pocos años y las cosas han cambiado mucho. Ya no llevo el estandarte de la
Dolorosa, aunque me visto de nazareno y suelo marcar el paso, cirio en mano, como Así se
requiere en la Hermandad, para acompañar a la Madre Dolorosa. Se siguen comiendo
madalenas y empanadas, dentro de nuestra mejor tradición gastronómica. Hace muchos años
que la procesión no se detiene para descansar y cenar, gracias sean dadas a Dios por
haber desaparecido tan poco canónica licencia. Y, hablando de cambios, hace algunos años
que las procesiones de mi pueblo están evolucionando y progresando hacia una nueva Semana
Santa. Bien, pues en este contexto, heme aquí ante mis paisanos con mi pregón.
PREGON. " Pregón es la promulgación o publicación que en voz alta se hace
en los lugares o sitios públicos, de alguna cosa que conviene que todos lo sepan "
A siete dias de la conmemoración de la llegada de Jesús a Jerusalén para celebrar la
Pascua judía, vísperas de su Pasión, Muerte y Resurrección, nos disponemos a pregonar,
en sitio público y en voz alta, sobre una vieja y trágica narración, que no por sabida
deja de ser conveniente recordar. Se presenta hoy dividida en actos o escenas que el
pregonero ha vivido tanto en los lugares reales del drama del Nazareno corno en esta otra
Jerusalén, que sería nuestra ciudad transformada en el escenario pasional, que se
prepara para revivir en sus calles y en sus iglesias, en sus gentes de toda condición,
esta historia de amor y muerte pero, también, y sobre todo, de Redención y esperanza.
Los elementos del drama.
El gran escenario: Jerusalén. Principales protagonistas: Jesús, el Nazareno,
y el pueblo. Argumento: pasión y muerte. Lugar de los hechos: la Vía
Dolorosa Destino final: el Calvario Clase de muerte: crucifixión. Objetivo:
resucitar de entre los muertos
ACTO PRIMERO
La llamada desde las profundidades de la tradición.
Miércoles de Ceniza. Un lamento, un aullido musical arrastrado, grave, de lenguaje
incomprensible, recorre las calles y los aires de mi pueblo, ya de noche, en su puntual
cita de cada año. Mensaje y sonido son inconfundibles: ha comenzado el tiempo que nos
llevará a la Semana Santa.
Los primeros toques de la bocina llegan a los totaneros como un sonido que hubiese estado
aguardando para manifestarse desde las profundidades. La bocina, para los totaneros, es
mucho más que un instrumento familiar que una secular tradición ha puesto en la calle
para anunciarnos la Semana Santa en este pueblo nazareno por los cuatro costados, tanto
que la Semana Santa de Totana sería impensable sin el sonido de la bocina.
Totana, desde que la bocina salió por primera vez a la calle para dejar oír su amargura
musical, tuvo ya su primer pregón de Semana Santa, y ningún nacido en esta tierra puede
escucharla con indiferencia, sin una respuesta desde el fondo de su ser y sin una sonrisa
cómplice en sus . labios, pues seguirá siendo para los totaneros el mejor pregón.
ACTO SEGUNDO
La túnica negra. o los recuerdos de la niñez.
Con los primeros vientos de la primavera, que se impregna de los aromas que bajan de
nuestros huertos y se enseñorean de nuestras calles y plazas; con la llegada de un nuevo
ciclo para la vida, aparece, entrañable, compleja, sugestiva y brillante, nuestra Semana
Santa, la celebración por excelencia de mi pueblo.
¿ Qué tiene esta Semana Santa, que hace de Totana y de los totaneros un lugar y un
colectivo tan distintos de lo común?... ¿'Por qué esta Semana Santa trasciende lo
religioso y se adentra en complejos escenarios culturales y sociológicos? No existe en
nuestra cultura un acontecimiento de tanta magnitud, capaz de esta compleja movilización,
como este simulacro de la Pasión, que, como un resorte, se acciona el domingo de Ramos,
nos transmite sus efectos a lo largo de la semana del drama, y nos conduce finalmente al
júbilo del domingo de Resurrección.
Desde fuera, acercarse a nuestra Semana Santa precisa de un notable ejercicio de
comprensión. Que me perdonen mis paisanos, pero creo que los totaneros apenas si la
podemos explicar, y es que buena parte de lo que se ve no se entiende. Es como una especie
de maremagnum donde todo forma parte del simulacro y del ritual.
A los totaneros nos enseñaron desde pequeños a celebrar la Semana Santa de cierta
manera, esto es, a la manera de Totana. Sin más ceremonia, nos ponían una túnica negra
y nos llevaban a la procesión, hasta que nos cansábamos de comer caramelos y de ir
pegados a la bocina, entrando y saliendo de la procesión cuantas veces fuese necesario. y
Así fuimos creciendo.
Obedeciendo a una convocatoria que se pierde en el tiempo, la respuesta del pueblo de
Totana ante la Semana Santa siempre ha sido "vestirse de nazareno", verbo que en
mi pueblo, paradójicamente, no equivale para muchos "salir en la procesión",
sino, sencillamente, a ponerse la túnica negra y salir a la calle. No creo que
encontremos en España un pueblo que responda como lo hace el nuestro a la llamada de la
Semana Santa. La respuesta es una respuesta colectiva, es el pueblo todo quien responde,
personas de toda condición e ideología, con sentido religioso o sin él. Pero, eso sí,
todos con túnica. Aquí muchos presuntos nazarenos pasean su túnica por los alrededores
del escenario del drama, esto es, asistiendo al drama pero de lejos, con indiferencia, sin
que se note.
Cómo no recordarlo. Jueves Santo. Redoble de tambores y griterío de cornetas que se
adueñan del espacio incitando al pueblo a participar con la túnica en el drama. El
sonido es inquietante y nos invita y predispone a salir a la calle. Es el momento tan
esperado, el encuentro con los queridos objetos nazarenos, la repetición del rito.
Redoble de tabletas de madera, como contra- punto al totum revolutum musical que se
adueña del escenario y enerva a los ciudadanos que se preparan para acompañar,
contemplar o simplemente ser testigos lejanos del paso de Jesús. Aquellos, llevados de la
compasión, se incorporan al cortejo que llaman procesión y acompañan al reo; otros, por
curiosidad, salen a la calle, a la Vía Dolorosa, por donde el Nazareno y otros personajes
caminan hacia el Calvario, a mirar de cerca; algunos, los más, saben que un nazareno
arrastra su cruz en la que será crucificado por veredicto popular. Son los que asisten de
lejos, con indiferencia, pero que conocen la historia. Todos, de una forma u otra,
participan en el drama.
El ritual está a punto de iniciarse: la túnica negra aparece en el escenario familiar
para convertirse en el objeto central, objeto de culto, de nuestra Semana Santa. De viejas
arcas, armarios, robustos arcones, sinfonieles y cajas, miles de túnicas negras,
guardadas por manos amorosas, aparecen en la tarde del Jueves Santo en los hogares de mi
pueblo. Familias enteras vuelven a entrar en contacto con los singulares y queridos
objetos que nos transportan a una cita mágica de marcado acento popular y profundo y
particular significado religioso.
Este no es un acto ni un momento cualquiera. Túnicas, capirotes, cuerdas, viejas y nuevas
insignias de todo tipo (de tela, de metal, bordadas), guantes, imperdibles, cruces
pectorales y cruces de penitencia. La clásica y sorprendente vestimenta nazarena de
Totana, que se pega a nuestra Semana Santa como la piel a la carne, aparece ante nuestros
ojos como un auténtico tesoro celosamente guardado para perpetuar, en la tarde noche del
Jueves Santo totanero, el rito más familiar, deseado y vivido de nuestras experiencias
espirituales. "Vestirse de nazareno" o "ponerse la túnica", como
prefieran, se convierte en un acto en el que instintos, sentimientos y respuestas, que
permanecen en el subconsciente de los totaneros, afloran y protagonizan unos emotivos
instantes donde cada prenda u objeto comienza a recobrar vida tras los movimientos que
acompañan desde siempre el ritual de la túnica negra...
Túnica negra, túnica de nuestros mayores, de nuestros antepasados... Túnica negra que
llevan nuestros hijos y llevarán, seguramente, los hijos de nuestros hijos, haciendo cada
vez más vieja y noble esta tradición de mi pueblo, que tras esta querida prenda
manifiesta a su manera el pulso de su religiosidad en Semana Santa. Es preciso haber
nacido en Totana para comprender el significado y el gozo de "ponerse la túnica
negra".
Pero, junto al rito de la túnica negra, otros ritos se están instalando por derecho
propio en la Semana Santa de Totana: nuevas túnicas que poco a poco se van incorporando
al colorido procesional, intercalándose aquí y allá entre la enorme masa negra
tradicional. Los nazarenos del Cristo de la Agonía, de la Magdalena, de Cristo
Resucitado, de la Posá, de Jesús Nazareno, a los que sin duda se irán sumando nuevos
atuendos de otras Hermandades y Cofradías, experimentan con la túnica de color todo el
mensaje que se encierra en esos colores que definen la personalidad de nuestros colectivos
nazarenos.
ACTO TERCERO
Los elementos del drama. En la ciudad santa de Jerusalén.
El escenario: Jerusalén ...Judíos, cristianos y musulmanes, reivindican el carácter
sagrado de esta maravillosa ciudad, escenario del Drama. Ciudad diecisiete veces
destruida, treinta veces sitiada, y tres veces santificada como capital de fe, se dice de
ella que es la ciudad donde todas las almas buscan una patria espiritual.
Cuando pienso en Semana Santa siempre recuerdo mi primera visita a Jerusalén, donde
encontré mi patria espiritual. Viniendo por el camino de Betania, a la caída de la
tarde, Jerusalén suele aparecer envuelta en tonos rosáceos, rojos y amarillos,
convirtiéndola en un cuadro único en el mundo. A la vista de sus murallas, anonadado
ante esta fantasmagórica y, a la vez, poética visión, recuerdo que en mi mente se
agolpaban los conocidos versos del salmo que en tantas ocasiones habían escuchado mis
oídos, pronunciado mis labios y entonado mi garganta:
" qué alegría
cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor".
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. "
El personaje central
Un hombre llamado Jesús, conocido como el Nazareno o Nazareo. "Se llamaba nazareno
al que entre los hebreos observaba cierta especie de religión, separándose del trato y
comercio, no comiendo carne ni bebiendo licor que pudiese embriagar y privándose de otras
cosas que a los demás eran permitidas, dándose a la contemplación; y por insignia se
dejaba criar largo el cabello, y traía un vestido talar modesto, de color morado, que
tiraba a rojo. En lo antiguo se llamaba cabellera nazarena a la que era larga y suelta; y
ahora, a la imagen de Cristo, con vestido talar de color morado que tira a rojo, y el pelo
tendido. llamamos Jesús Nazareno."
Calles de Jerusalén. Por la Vía Dolorosa
Por las calles de Jerusalén, en cualquiera de aquellos viernes vividos en la ciudad de
David, participando en el Vía Crucis que ese día recorre la Vía Dolorosa hasta el
Calvario, he creído ver a Jesús Nazareno aparecer en el Pretorio, en ese ir y venir por
tribunales y jueces religiosos y políticos, que el pueblo llano dejó en el lenguaje como
"ir de Herodes a Pilatos". Me parecía verlo con la expresión del que sabe
llevar su tragedia con dignidad, con resignación, pero demostrando el sufrimiento y sin
altivez por saberse Hijo de Dios. La imaginería tradicional nos lo muestra con la
hombría y resistencia física de quien puede soportar el sufrimiento. El pueblo ha
querido verlo con una bella túnica color morado, pero en realidad los evangelios nos
dicen que "le arrancaron el manto escarlata, le pusieron sus vestidos, y cargando la
cruz en sus hombros, le llevaron al Calvario, llamado en hebreo "Gólgota".
Aquí comienza el camino de la Cruz. Del Pretorio al monte Calvario se cuentan unos 1.300
pasos por los que transcurre desde entonces la Vía Dolorosa, un itinerario tortuoso, que
en aquellos días de la Pascua judía debió estar repleto de curiosos e indiferentes ante
el paso de Jesús con la cruz a cuestas. En esos 1.300 pasos tuvieron lugar los momentos
más dramáticos que Jesús vivió en su trágico final como hombre.
¡ Qué diferencia entre el paso armonioso, delicado, frágil y leve de Jesús Nazareno
por las calles de Totana, con el respeto y el silencio del pueblo que cada año renueva su
compasión por el Nazareno, y aquel paso real de Jesús, a trompicones y sin control, por
el laberinto y los recovecos de la Vía Dolorosa, entre el oprobio de la población con el
único consuelo de las lágrimas de las hijas de Jerusalén. Es la misma levedad y
delicadeza de movimientos con que vemos por nuestras calles a Jesús yacente transportado
en su idealizado sepulcro en la noche del Viernes Santo. Movimiento armonioso de portantes
que parece querer mitigar y contrarrestar el oprobio a que fue sometido Jesús en aquella
primera trágica y real Semana Santa que tuvo lugar en Jerusalén.
ACTO CUARTO
Después del drama
Ante semejante espectáculo y despliegue de medios profanos y religiosos, uno se pregunta
por el origen de la primera representación del drama. Por ahora todo da a entender que se
confunde con las sombras de la historia. Pero es posible pensar que los discípulos y
amigos del maestro, reunidos en tomo a María, recordaran con detalle y meditaran en
profundidad todas las escenas en su camino al Calvario, muy posiblemente desde la primera
Pascua sin la presencia de Jesús.
Cabe imaginar que los discípulos rememoraron fielmente estos días para consolidar y
manifestar la doble unión -física y espiritual- con los padecimientos sufridos por
Jesús hasta su muerte en la Cruz. Podemos pensar también que estas vivencias tuvieron
lugar en los sitios donde transcurrió el drama y después en otros escenarios del mundo
cristiano. De este modo se transmitía la memoria del sublime acto de la Redención por la
crucifixión y lo que implicaba de enseñanza doctrinal para aquellos cristianos cuyas
manifestaciones públicas eran perseguidas.
Desde aquella histórica Semana Santa hasta la que celebramos hoy han sucedido muchas
cosas. El simulacro de la Pasión ha evolucionado hacia formas insospechadas. Una
representación donde cada cual juega su papel: nazarenos, imágenes, público,
escenario...
ACTO QUINTO
Por las calles de Totana, en Semana Santa.
Las tabletas están como enloquecidas. Desde la hora de los Santos Oficios, un golpe seco
y rotundo de madera, se incorpora desde la torre al cada vez más abigarrado ambiente de
nuestras calles. Desde todos los rincones del pueblo, miles de nazarenos comienzan a
dirigirse a los alrededores del escenario del drama, para participar en el simulacro.
Todo está preparado para comenzar la representación. Escenario, atrezzo, intérpretes,
espectadores los cuatro grandes pilares a punto para la puesta en escena del gran drama
del Nazareno, la versión moderna de los últimos días de Jesús en la ciudad santa de
Jerusalén, punto de encuentro para vivir su Pasión, sufrir su Muerte y traernos a la
humanidad el mensaje más importante que hayan podido escuchar: la esperanza de la
Resurreción.
Momentos antes de ponerse en marcha la compleja maquinaria de las procesiones, sentado en
uno de esos bancos que ocupan ustedes ahora, he pensado y meditado sobre esta espectacular
representación escénica que mis paisanos han sido capaces de organizar en torno a la
figura histórica y pasional de Cristo, para revivir los momentos más dramáticos y
conocidos de su tragedia como hombre que fue, y que constituye el más grande compromiso
con la tradición y la más sentida cita religiosa que tiene esta noble Totana que, a su
manera y por unos días, se convierte en un reflejo de Jerusalén.
Estandartes y pendones, faroles y cruces de penitencia, tronos y carrozas, nazarenos sin
distinción de colores, compañía de "armaos", ayudas, bandas de cornetas,
tambores y timbales, músicos de banda y orquesta, comisarios, organización, en suma,
Hermandades y Cofradías que con su esfuerzo hacen posible este sueño de cada año que
vivimos los totaneros, se aprestan a iniciar la gran cita de la Semana Santa.
Con la precisión que impone una vieja tradición, a la hora señalada, la Samaritana,
Jesús y "el pozo" asomarán por el bello portal barroco de esta iglesia,
espectacular e inagotable escenario de nuestra Semana Santa, abriendo camino, abriendo
procesión en una de las estampas más clásicas de nuestros desfiles. En el interior de
Santiago el Mayor, tronos y carrozas están prestos a tomar su turno de salida. Por este
portal, ante el pueblo de Totana, a lo largo de cinco días, aparecerán las escenas que
Hermandades y Cofradías fueron incorporando, paso a paso, a su Semana Santa.
Ya están dispuestos los símbolos, los distintivos y los signos de las diecisiete grandes
familias nazarenas de Totana. Cristo es la figura central. Hasta dieciocho veces ha sido
representado para recordarnos su tragedia. Lo veremos pasar por ese portal barroco
("la puerta de la Iglesia") que nos es tan familiar: Imágenes y tronos movidos
por gentes de nuevos gremios, los magníficos ayudas de la Semana Santa totanera, mujeres
y hombres cuya piedad y fuerza física se confunden en un mismo gesto, que recorrerán
nuestras calles narrando en la madera torturada de los pasos el texto evangélico que
recoge los hechos del drama nazareno:
Cristo sediento..Cristo orante en medio de la naturaleza...Cristo eucarístico...Cristo
traicionado...Cristo negado... Cristo flagelado... Cristo entregado a la multitud para su
veredicto... Ecce Homo...Cristo bajo el peso de la Cruz... Cristo abatido en la
calle...Cristo con- solado por valerosas mujeres, Cleofé, Salomé y la Verónica, como
Así lo hiciera con su ayuda el Cirineo y con su contínua presencia el hijo predilecto,
el hijo del trueno, Juan...Cristo en el Calvario... Cristo elevado en la cruz... Cristo
crucificado... Cristo de la Sangre... Cristo para la noche del silencio. Cristo herido por
una lanza... Cristo en los brazos de su madre... Cristo amortajado y Cristo resucitado.
Cristo, en fin, en todas las fases de su tragedia y bajo todas las formas que la
tradición y el arte occidental nos han transmitido a lo largo de los dos milenios de
cristianismo.
ACTO SEXTO y ULTIMO
Finalmente. la convocatoria Preparemos los objetos queridos para recibir la Semana
Santa. Extraigamos de sus envoltorios las entrañables túnicas y preparad, mujeres de
Totana, las túnicas de los vuestros, como se ha hecho desde siglos con las negras, como
se hace ahora también con las de color; engalamos tronos y carrozas, engalanemos los
escenarios de esta nueva Jerusalén que se echa a la calle para ser testigos del
simulacro; prepárense todas las hermandades y cofradías: enarbolen sus estandartes y
pendones, resuenen con poder las fanfarrias de cornetas, tambores y timbales, heraldos de
la historia que está a punto de comenzar una vez más.
Preparémonos también para recibir la Semana Santa con auténtico sentimiento nazareno.
No se olvide que las cofradías y hermandades nacieron con el objeto de contemplar el
dolor de Cristo hombre. No olvidemos que nuestra túnica negra es una versión que la
tradición nos ha legado como vestimenta que nos asimila a la figura del nazareno. No
olvidemos, por último, que todo el significado de esta Semana Santa lo encontramos en la
Resurrección de Cristo, acontecimiento escatológico que ha transformado radicalmente la
situación del hombre.
Recibamos la Semana Santa con ese hondo sentimiento que los totaneros saben poner en todas
sus manifestaciones más tradicionales, sigamos trabajando para su mayor brillantez, como
lo hicieron los que ya desaparecieron y tantos que lo hacen hoy.
Pero no cerremos lo que está todavía por llegar. Vivamos ahora el hermoso preludio que
da paso a ese gran caleidoscopio de túnicas, flores, música, imágenes y expectación
que despierta esta celebración que Totana vive con tanto sentimiento y personalidad.
EPILOGO
"Sépase y dígase aquí y en voz alta, que cuantos participan de la
Pasión de Cristo tienen esperanza cierta de la bienaventuranza que
prometió".
Muchas gracias. Ginés Rosa López |